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Jeromo Segura-Jesús Guerrero. Alegrías

Por Trysko


El  onubense Jerónimo Segura, consagrado en tablas cantando atrás de la CIA. de Eva Yerbabuena por esos mundo de Dios, hace las delicias de cualquier seguidor chanolobatero bailando con su cante al son de las magistrales manos del isleño Jesús Guerrero que, como un reloj suizo, marca los compases de esta alegría cantiñeada, romerada y mirabrada (permítanme la licencia). Es un regalo para los oídos ver cómo se detiene y deja pasar a to lo largo un compás y clava las sílabas en el último suspiro, como unas banderillas al sesgo.

Se templa con una letra a las mujeres y, a continuación, entona el tirititrán, como dando a entender que viene con ganas de poner el trasnoche bilbaíno boca abajo.  



En el 2'40" empieza la romera con un grave corto y un sentido quejío  para cortar en seco en el 2'53" e ir navegando entre los versos a la contra. Jesús nos deleita en el  3'33" con un remate con la derecha más  propio de unos tacones de baile, y en el 5'04" meciendo los mirabrás.

Ya en el 6'12" empieza Jero el juego sobrao de compás con las letras Maestranza de Sevilla y después 7'00" Dime qué te pasa carita de rosa.
Una lección que nos da el galardonado cantaor de Huelva acompañando diligente con su dedo la  vehemencia de su ritmo.

Paco de Lucía


Por Trysko


Publicado en el número 5 de la revista LA FRAGUA, mayo de 2014.

En un mundo en el que el hielo, el fuego y la roca son la orografía en blanco y negro sobre la que planea el sonido de una guitarra destemplada; en un mundo en el que la sonanta es para los oídos sensibles vorágine perturbadora, estridente caja de música desafinada por los años, aparece un joven gaditano, hijo de tocaor, callado como los sabios, circunspecto.
El flamenco, un instante después de su creación tal y como lo concebimos hoy.
Desde que Cadalso en sus Cartas marruecas  mencionara el flamenco aludiéndolo como talón de Aquiles de la idiosincrasia andaluza, desde que Andrés Segovia retratara su guitarra como la hermana tabernaria del aristocrático instrumento y la alcurnia se sonrojara al pensarla en el Teatro Real, la leyenda de la guitarra flamenca, vilipendiada por el servilismo al que se le condenaba, adolecía de un héroe, de un Homero.

Enrique Morente

Desde el Albaicín y sus cármenes se ve la Alhambra, al pie de los montes nevados. A vista de pájaro, todo es una sucesión de cuestas empedradas, jardines, manantiales y frescos cerros.
Así suena Morente. Terco en las alturas y meciendo el canto como el vuelo de una alondra.
Desde su dominio en las notas de apoyo, se siente almuédano y hace uso de los melismas con sentimiento, regustándose en la semitonía, siempre al límite del tiempo en ese deleite, tanto que al maestro Sanlúcar le cuesta compensar sus cadencias.
De voz valiente, rocosa en el ataque y mimando el reposo, llorándolo, ha estado al servicio tanto de la destilación de los cantes más ortodoxos como de los melancólicos sonidos de Omega, una obra de arte a la altura de La leyenda del tiempo. Ha sabido acercarse a los grandes poetas (Alberti, Guillén, Lorca, Leonard Cohen) y por último, a la pintura de Picasso, en un acercamiento magistral de las dos artes.





El 13 de diciembre se cumple el aniversario de su muerte. Este granaino deja linaje y una obra que resonará en los ecos de Sierra Nevada por los siglos de los siglos.


Trysko

Agujetas, un hombre solo


Con todos ustedes: Manuel Agujetas.


Para desvincular el personaje del cantaor y de la persona hay que entender a Agujetas. Y digo entender y no comprender por lo que tiene de justificación esta última palabra.

Aforismos tales como “No me gusta na, me gusto yo”,“Una persona, si sabe leé y escribí no sabe cantá porque ya pierde el sabé pronunciá”,“Pa viví solo, pa qué carajo he nacío”, no pasan desapercibidos a los críticos sensibles, pero uno se pregunta cómo un personaje capaz de aseverar con tanta rotundidad destila tal sabiduría al cante.

Antonio García, el Platero, amigo suyo, dice de él que “es un gitano rancio, nacido cien años después, nunca ha tenido que ver con la sociedad, es muy desconfiado”.

Empezó tarde, a los 35 años, lo cual asegura que le libró de tener que bregar con el flamenco de señorito y limosna. Hasta entonces, a fuerza de martillazos en soledad, acrisoló la garganta y el gesto.

Para que se hagan una idea, dicen que una vez,  en la fragua un amigo, se quedó sin lumbre para fumar y Manuel cogió una barra de hierro y comenzó a martillearla hasta ponerla al rojo vivo y le ofreció candela al amigo.



En este video, que es fragmento de la película  Flamenco de Carlos Saura, vemos a un Agujetas autosuficiente, libre para no exhibir, carente de narcisismo.
Plantea un martinete en tres tiempos:
1.    Declaración-advertencia: ya lo advertí, que quede claro, no me tomen por loco, yo es para darte con mi gusto (entiendo que quiere significar “yo es pa darte gusto a ti”) ese es el valor que tengo (acompaña la sentencia con manos rotundas como yunques, plantea, marca distancia).
2.    Grito de desesperación: "ya yo no soy quien era" (1’25”) (el cante se le hace hartazgo, nausea en la garganta, toma aire con amargura), "ni quien debía yo de ser" (1’28”).
3.    Llanto: "soy un mueble de tristeza arrumbao por la pared" (1’43”), (el cante se quiebra en lamento).
Suena una sirena, cara de sorpresa, semblante intrincado de olivo viejo y torturado por el tiempo, parece que hubiera habido un crimen…
Trysko
Para los que deseen ver un poco del hombre tras el artista recomiendo la obra de Dominique Abel: Agujetas, cantaor

La Perla de Cádiz

Antonia Gilabert Vargas, La Perla de Cádiz, así bautizada por su tío (el mismo que apodara a Camarón, que la llamaba madrina)  dejó huérfano al mundo del cante un día como hoy hace 38 años, a  la edad de 51.

Cuentan que su marido, Curro la Gamba,  no estaba contento con la vida artística de la cantaora gaditana. Nadie sabe si por aclamación popular o por sentencia propia , doblegaría la voluntad de su esposo. 

Vecina de Santa María, de la calle Botica, era cantaora por derecho consuetudinario, como su cante, que está presente  en nuestras vidas, en las vidas y costumbres de Cádiz, en el inconsciente colectivo. 

Porque así suena su voz, rumor de mujer frente al espejo del galán  con una horquilla entre los dientes  y colocándose  peines en el pelo,  sonido que los niños escuchan y asimilan como eco de un paisaje de azoteas blancas de sábana y alegría de mercado de abastos.

Reina del cante  según Pepe Pinto y La Niña de los Peines por su compás y su característico jipío que usaba para abanicar el cante en lugar de melismas más guturales.

Suena gitana cuando aprieta y dulce cuando frena ,siempre a tiempo y haciendo uso del silabeo bilabial con maestría ( técnica ahora en desuso). Mira al cielo buscando inspiración o para darle alas a esas pestañas negras por pura coquetería.

Madre alegre que canta nanas por bulería…




Trysko

María Mezcle será la protagonista de La Fragua en el Castillo. I Noche Flamenca


Donde mejor canta un pájaro es en su árbol.
María es paya y de Sanlúcar, biznieta y tataranieta de una estirpe de cantaores, Juan y Fernando Mezcle. Rindiendo tributo a la sabia que nutre sus raíces, empieza con unos fandangos que estremecen por la liturgia de sus manos: “esta es mi forma de cantar, herencia (señala el cielo) que yo he recogío (esparce la atávica mies cosechada )”.
Las religiones naturales celebran la pequeñez del hombre ante la bóveda del cielo. Les invito a que comulguen con la simbología flamenca que adorna las manos de María, una niña que empezó  a bailar  a los seis años y que  a los doce años ya llevaba en sus espaldas dos primeros premios: peteneras y livianas.
Comprometida con el talento que le ha dado su cuna, sabe ahogar bien la voz, afilarla, romperla, recogerla, aclararla, dependiendo del color que le pida la paleta de 31 palos que sabe iluminar.
Me alegra descubriros que para los amigos de La Fragua tendremos a la perfecta sacerdotisa una  noche en la que Melkart en el Castillo de Sancti Petri acudirá con Heracles a poner los pilares del templo del amor al flamenco.

Trysko



LA FRAGUA EN EL CASTILLO. I Noche flamenca.
María Mezcle al cante y Víctor Rosa al toque.
Fecha: 27 de julio.
Lugar: Castillo de Sancti Petri.
Hora del concierto: 22:30 h
Embarque en el puerto de Sancti Petri: de 19:00 h a 19:30h para entradas con visita al castillo y atardecer incluidos, y de 20:30 h a 21:00h para entradas de solo concierto.

Reservas de entradas en info@lafraguadelaisla.com

Chato de La Isla. El niño del tranvía

Pa cantá un macho de soleá (minuto 21’27”) sin llegar a la tesitura y que no se note hay,  que tener oficio, y este pequeño cañaílla que echó los diente cantando en el tranvía de La Isla a Cádiz lo tenía.
“El canto es como el vómito”. Quería referirse el buen señor a que es algo incontenible cuando viene y difícilmente de emitir a voluntad. Nadie lo diría… Era conmovedor escucharlo haciendo uso de ese pequeño apéndice que le daba nombre. Un cante nasal, susurrado, que se siente como un murmullo al oído en una misa, mejor aún como el rumor de una palabra esperada en el lecho amatorio. Y de ese arrullo, saltaba al cante de poder como de chorrillo a torrente.
Despachaba bien los palos a dos manos, cuando tocaba apretar, apretaba. Fueron muchos los años de tablao cantando pal baile en Los Canasteros de Caracol. “Eso no es flamenco, es a ver quién grita más” decía refiriéndose a que doce mujeres taconeando, dos guitarras y dos cantaores hacen mucho ruido.
Era caracolero y en esto no se puede ser objetivo. Caracol era de su generación y le dio de comer, amén de las emociones que vivirían en los reservados. Por Camarón sentía admiración pero como un fenómeno irrepetible. La genialidad de José Llerena fue salir ileso de la impronta que dejaron para la historia esos dos genios del cante: Caracol y Camarón. Y eso lo hizo con una dignidad propia de un gran hombre.



Trysko

Paquera de Jerez. Llamando a la bulería

No son creíbles las palabras con las que comienza este vídeo, a no ser que por modestia o complejo de vasallo, la inconmensurable Paquera yerre las dimensiones de su presencia donde se oyera un cante. Y no digamos cuando lo llamaba por bulerías. Invocaba todas las fuerzas de la tierra y de su raza como un Moisés a los pies del Mar Rojo.

La Pavarotti del cante hondo, la reina de las bulerías, Francisca Méndez, como una pirámide se sujetaba de pie en el centro del escenario con una silla de enea y la desbarataba al apretar el cante con las manos. Pero claro, recoger todo ese caudal le dolía en la garganta y lo acusaba en el gesto. Sabía los tiempos de la bulería (fíjense en el minuto 5 cómo detiene la frase tengo una estera donde yo duermo…). Así y todo, alargaba las sílabas a sabiendas de que era su fuerte, y que el guitarrista se las apañara. Sabía cantar y, a pesar de ello, cada vez que regresaba al Villamarta, enfermaba, y no hablo de oídas porque yo la vi postrada en más de una ocasión. Le debía este pequeño homenaje por llamarme Josemari porque le recordaba a Manzanares y porque en tantas fiestas mis amigos y yo la evocamos a ella igual que ella invocaba todas las fuerzas de la tierra y de su raza como un Moisés a los pies del Mar Rojo. 



Trysko

Capullo de Jerez por Tangos


El tango, como palo flamenco, tiene su origen "posiblemente" en los ritmos que los músicos indianos adquirieron en sus viajes por la América colonizada. Una vez en Cádiz, se aflamenca y, por su carácter bailable, se convierte en recurso para que las bailarinas de los locales del alterne (cafés cantantes) muestren sus gracias.
Más adelante y ya en el ámbito privado, será considerado un cante menor, atribuido a las mujeres, para aliviar el dramatismo trágico de cantes más serios como la seguirilla o la soleá.
Dicho esto, aquí os dejo a un Capullo en estado crudo, sin las gesticulaciones y muecas a las que nos tiene acostumbrados, ejecutando con masculinidad estos tangos, acompañado por un Niño Jero que mece el compás con una  gracia que arranca al oyente un movimiento de cadera inconsciente. Los palmeros serios, con compás seco y a tiempo.
Miguel Flores, en su crudeza más juvenil, diligente, no se detiene en melismas ni sutilezas, es pura tierra lo que exhala su garganta. Deleitense en el abismo de sus pausas y silencios, sello que adornará la carrera como cantaó de este jerezano irrepetible.






Trysko