El señor Silverio ha vuelto



“¡Es Silverio!, ¡El señor Silverio ha vuelto!”. Los gritos se propagaban por el barrio de La Viña como el susurro del poniente en la madrugada. Como si fuese una consigna, la frase pasaba de la boca de este al oído de aquel repitiéndose una y otra vez hasta que ni los propios intermediarios sabían muy bien a qué se estaban refiriendo, ni quien era aquel señor Silverio que tanta excitación producía. De haberse podido seguir el curso del rumor a contracorriente, se habría llegado hasta una vieja gitana que, tras oír cantar aquella siguiriya, que hoy es historia, a aquel forastero de quien todos habían estado haciendo burla hasta unos instantes antes, no pudo evitar exclamar entre lágrimas de emoción y alzando las manos: “¡Es Silverio!, ¡El señor Silverio ha vuelto!”.

De flamenco y revolución

Artículo de Berto García publicado en el número 3 de la revista LA FRAGUA, octubre de 2013.


Debía tener unos diecisiete años cuando vi al Cabrero actuar en la Plaza de la Revolución de Sevilla. Era un 28 de febrero (Día de Andalucía) de 1993 y compartía cartel con el grupo de punk rock Reincidentes. Era la primera vez que veía a un cantaor de flamenco moverse como pez en el agua (o como cabra en el monte) en un ambiente que, a primeras, nada tiene que ver con el mundo del flamenco. Allí había una multitud emocionada y en perfecta armonía, crestas de colores, imperdibles, perros, abuelos y abuelas, niños y niñas, señores con bigote…, y, decorando ese buen ambiente, podían verse banderas anarquistas ondeadas al son del flamenco más revolucionario que jamás oí.