Luis Moneo et Antonio Reyes



















De Jerez a Chiclana y de Chiclana a Sevilla. Un salto en el hiperespacio flamenco. Si Luis Moneo empezó dejándose la voz con los martinetes, le cedió el sitio a Antonio Reyes con la zambra, dándole homenaje sentido a Caracol. La diferencia entre un cante y otro fue de una hora mal contada.

Emprincipiaba el menor de los Moneo y continuaba con un repertorio clásico, como de manual flamenco, para dar garantías a la afición de su conocimiento y su memoria de sangre del barrio de San Miguel. Un cante sobrio el suyo marcado por su herencia. Había ecos de sus hermanos mayores, de Manuel y de Juan. Y un conocimiento preciso del compás de cada cante, apoyado también por su maestría en la sonanta. No olvidemos que Luis Moneo ha dedicado parte de su trayectoria artística detrás de las seis cuerdas. También el diálogo, de poder a poder, con la guitarra de su hijo Juan Manuel Moneo al que le cedía terreno para que se luciera. Y de qué manera lo hizo. Una guitarra jerezana de primer nivel. Acabó, como no podía ser de otra manera, con una buena pincelada de fin de fiesta en la que Manuel Moneo Carrasco se bailó unas letritas de su padre Luis.

Ya en segunda vuelta, Antonio Reyes hizo el mismo repertorio clásico que ejecutara anteriormente el jerezano, pero con el melisma más laíno de su voz y el salitre de La Barrosa. Cadencia gaditanísima de litoral chiclanero. Diego Amaya a la guitarra fue marcando con exquisita precisión el cante de Reyes. Una guitarra redonda y flamenca la del cordobés.

En los dos casos, el repertorio el mismo: alegrías, soleá, siguiriyas y bulerías. Más mairenista el jerezano y más caracolero-camaronero el de Chiclana. La excepción, la toná y la malagueña de Moneo frente a la zambra, los tientos y los fandangos de Reyes. Dos conceptos, dos mundos del universo flamenco. ¡Con cuál quedarse...., pues con los dos!


Cante: Luis Moneo Lara y Antonio Reyes Montoya
Guitarras: Juan Manuel Moneo Carrasco / Diego Amaya González
Palmas: Manuel Moneo Carrasco y Antonio José Sánchez Núñez

XXVIII FESTIVAL FLAMENCO DE NIMES
Teatro Bernadette Lafont
Miércoles, 17 de enero de 2018

MARI PEÑA. Mi tierra



















Si algo caracteriza, como valor central al flamenco es que suene y recuerde al lugar del que procede. Las comarcas cantaoras han sido eje vertebrador de los estilos musicales en este arte. El espectáculo de Mari Peña, heredera de los cantes gitanos de la campiña sevillana, se inició con el referente acústico de Utrera, su tierra natal, que tanto ha aportado a este arte.


Una  toná desafiante, introducida por la guitarra de acompañamiento de su marido Antonio Moya, fue el inicio del espectáculo. Aquí estoy yo trayendo los cantes bajoandaluces de base parecía decir la cantaora. A continuación se peleó con los cantes por soleares saliendo airosa y enfiló las cantiñas con las que introdujo en escena a una Carmen Ledesma en estado de gracia. El baile sevillano, poderoso y magnético de la de la Macarena, arrebató al público poniendo en la escena, quizás lo mejor de la noche.  Una tanda de fandangos en aires de bulería por soleá cerró la primera parte de la obra.

Después el espectáculo se precipitó hacia aires más orquestados y melódicos en donde brilló Pedro Ricardo Miño al piano con su gran virtuosismo. Tientos, bulerías, Tangos argentinos al aire de bulerías y canciones aflamencadas se fueron sucediendo, para cerrar la noche con unos Romances que recordaron a Juan Peña El Lebrijano. En el fin de fiesta, ya sin megafonía y rodeada de todos los suyos, Mari Peña volvió a recordarnos que su tierra es Utrera, para gloria del arte flamenco.

Guitarra: Antonio Moya
Violín: Faiçal Kourrich
Percusión: Paco Vega
Palmas, coros y baile: Rocío del Turronero y Juan Amaya
Artistas invitados:
Baile: Carmen Ledesma
Piano: Pedro Ricardo Miño

XXVIII FESTIVAL FLAMENCO DE NIMES
Teatro Bernadette Lafont

Martes, 16 de enero de 2018

Rafael Riqueni. La luz de Triana en Nimes















Escuchar a Riqueni nunca es entrar en espacios comunes, a no ser el del sentimiento íntimo del ser humano.  Diecisiete temas, cortes, templos, catedrales. Diecisiete punzadas de emoción. Su música se derramó en el Teatro de Nimes para cogernos a todos y no dejarnos ya nunca. Su parque frondoso, que todo lo inunda por ser fuente y manantial de música inagotable. Rafael Riqueni, que desde hace tiempo abrió una senda nueva que corre paralela a las grandes músicas del mundo, en esta ocasión ha traído a Nimes a Albéniz, a Falla, al Maestro Rodrigo y al flamenco de su barrio de Triana y de su parque de María Luisa. Y nos ha dejado con el corazón encogido de emoción.

Un concierto hermosísimo que nos ha regalado junto a las solventes y jóvenes guitarras de Juan Campallo y Paco Roldán, la base sutil proporcionada por la chelista Gretchen Talbot y el baile sobrado de compás, gracia y elegancia del alcalareño Javier Barón. El sentir poderoso de un manantial que brota, que se oculta y resurge desde el cauce vivo y creativo de este flamenco trianero universal. Mejor vivirlo y sentirlo y disfrutarlo como esta mágica noche de Nimes. Gracias, maestro Riqueni, por tanto.

XXVIII FESTIVAL FLAMENCO DE NIMES
Teatro Bernadette Lafont
Domingo, 14 de enero de 2018