Si algo caracteriza, como valor
central al flamenco es que suene y recuerde al lugar del que procede. Las
comarcas cantaoras han sido eje vertebrador de los estilos musicales en este
arte. El espectáculo de Mari Peña, heredera de los cantes gitanos de la campiña
sevillana, se inició con el referente acústico de Utrera, su tierra natal, que
tanto ha aportado a este arte.
Una toná desafiante, introducida por la guitarra
de acompañamiento de su marido Antonio Moya, fue el inicio del espectáculo.
Aquí estoy yo trayendo los cantes bajoandaluces de base parecía decir la
cantaora. A continuación se peleó con los cantes por soleares saliendo airosa y
enfiló las cantiñas con las que introdujo en escena a una Carmen Ledesma en
estado de gracia. El baile sevillano, poderoso y magnético de la de la
Macarena, arrebató al público poniendo en la escena, quizás lo mejor de la
noche. Una tanda de fandangos en aires
de bulería por soleá cerró la primera parte de la obra.
Después el espectáculo se precipitó
hacia aires más orquestados y melódicos en donde brilló Pedro Ricardo Miño al
piano con su gran virtuosismo. Tientos, bulerías, Tangos argentinos al aire de
bulerías y canciones aflamencadas se fueron sucediendo, para cerrar la noche
con unos Romances que recordaron a Juan Peña El Lebrijano. En el fin de fiesta,
ya sin megafonía y rodeada de todos los suyos, Mari Peña volvió a recordarnos
que su tierra es Utrera, para gloria del arte flamenco.
Guitarra: Antonio Moya
Violín: Faiçal Kourrich
Percusión: Paco Vega
Palmas, coros y baile: Rocío del Turronero y Juan Amaya
Artistas invitados:
Baile: Carmen Ledesma
Piano: Pedro Ricardo Miño
XXVIII FESTIVAL FLAMENCO DE NIMES
Teatro Bernadette Lafont
Martes, 16 de enero de 2018
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