Fue en esa Isla donde María
empezó a dejarse oír. A María le gustaban los cantes hondos, los de hombres. Su voz ronca le
ayudaba. Debió ser uno de esos momentos en los que se atrevió con uno de esos
cante hondos… ¿quién sabe cuál?, quizás una seguiriya del Fillo, cuando
alguien, al escucharla, probablemente comentase: “Esta mujer parece un borrico,
puede con to.” Puede que esta fuese la causa de que pasara a la
historia como María Borrico.
Hoy día se pueden escuchar
cantes como: “Seguiriya de cambio de María Borrico” o “Liviana, serrana y cambio
de María Borrico”. Pero ¿qué quiere decir eso del cambio de María Borrico? El
cambio es una modificación que se hace al final de una tanda de algún cante, en
este caso tras una tanda de seguiriyas. Se dice que ella renovó la seguiriya
del Fillo, discípulo este de Perico Planeta, y que posteriormente, según la
mayoría de los autores, el cambio de María fue divulgado por Silverio
Franconetti.
Algunos autores consideran
que la seguiriya cambiá de María Borrico es una especie de
transición entre el viejo estilo de cantar las seguiriyas y el moderno. Es más,
con este cambio, se remata todavía el cante por serranas, livianas y
seguiriyas.
Una de sus seguiriyas cambiá,
también llamada seguiriya cabal o simplemente, cabales, se conserva aún entre
los repertorios flamencos de hoy día:
“Dice
mi compañera
que
no la quiero,
cuando
la miro, la miro a la cara,
yo er
sentío pierdo."
Aunque originalmente se
cantaban al final, como remate de una serie de seguiriyas, y así se hace a
menudo en las actuaciones en directo, en las grabaciones pueden encontrarse
sueltas, al principio, o en series de varias cabales.
Fue la hermana mayor del
Viejo de La Isla, al que dedicaremos la próxima entrada de esta sección. En el
último cuarto del siglo XIX cantó en los cafés cantantes de Madrid. No he
logrado determinar la fecha de su muerte, pero su cambio, el cambio de María
Borrico, aún sigue vivo.
Juan Silva
Bibliografía:
ÁLVAREZ CABALLERO, Ángel. El cante flamenco. Alianza Editorial.
Madrid, 2004.
GRANDE, Félix. Memoria del flamenco. Alianza Editorial.
Madrid, 1999.
ALEU ZUAZO, Salvador. Flamencos de La Isla en el recuerdo.
Isleña de Prensa. San Fernando, 1991.
Gran Enciclopedia de Andalucía. Tomo V , Editorial Anel, 1979.
Páginas web:
(1) Chiquillos que guiaban los borricos cargados de sal.
Había un peón que era el vaciador que vaciaba las cargas porque ellos no
podían. Pero su tarea era arrear al borrico y que
cogiera para un lado o para otro.
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