Camarón en el cine


Artículo de Carlos Rey publicado en el número 2 de la revista LA FRAGUA

Una figura cinematográfica recurrente en la España de postguerra fue la tonadillera, que junto al torero, formaba una pareja idílica. La copla y el toreo eran dos valores en alza que los directores de cine de la época tuvieron mucho en cuenta. El flamenco también estaba presente, aunque quizás solo se exhibía su lado más folclórico. Son conocidas las incursiones en el cine de uno de los grandes del flamenco, Manolo Caracol, que junto a Lola Flores hizo más de una película y dejó para siempre esa interpretación de Carcelero detrás de las rejas de un calabozo. Ya en 1927 doña Concha Piquer se estrenó en el cine con El negro que tenía el alma blanca, y Lola Flores hizo Morena Clara en 1954.

No fue ese el caso de Camarón, que aunque representa a otra época como grande del flamenco, no podemos decir que paralelamente a su carrera discográfica tuviera una cinematográfica. Aunque algo sí hizo, pero poco.  

La primera vez que José Monje participa en el cine, lo hace de extra. Fue en la película de Rovira Beleta El Amor Brujo en el año 1967. Camarón tenía entonces diecisiete años, aunque según algunas fuentes, la película se rodó dos años antes, lo que situaría al de La Isla con quince años. Se trata de un largometraje importante, protagonizado por Antonio Gades y La Polaca,  que optó al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Parte del rodaje se hizo en Cádiz y en San Fernando. Por la temática, hacían falta muchos extras gitanos y vinieron de todos los rincones de la Bahía. Estuvo El Cojo Farina, de Chiclana, que junto a su mujer, María, la Paquera, tuvo sus planos.

Cuenta Alonso Núñez Heredia (hijo del Cojo Farina) que los productores le gastaron una broma a su padre. Lo citaron en Cádiz y le dijeron que se tenía que presentar  el día siguiente con cinco gitanos con bigote y bastón para grabar una escena. Al día siguiente, Farina llegó con los cinco gitanos, y los productores no pararon de reírse.

Juan Carrasco, un gitano corpulento emparentado con la gente de la Venta de Vargas, también hizo de extra. Recuerda a Camarón entusiasmado con todo el trajín de la grabación y con la ilusión de salir en algunos planos. Finalmente salió en varios y además claramente. Nos cuenta Carrasco, que cobraban entre 60 y 80 pesetas al día y que para los gitanillos de la época fue inolvidable. Grabaron en el muelle de Cádiz, en Santibáñez  y en La Isla en la Venta San Lorenzo, cerrada en la actualidad. Curiosamente, en los créditos de la película, Camarón apareció como guitarrista.

En 1973, Camarón participa en la película de Ramón Fernández Casa Flora. El reparto era bastante importante: Estrellita Castro, Lola Flores, Arturo Fernández, Carlos Larrañaga y otras estrellas del momento. Aquí ya no hace de extra, sino que tiene un pequeño papel, el de un ladrón de poca monta  que después de robar una joyería, se pasea en moto junto con su colega de fechoría por las calles de Madrid cantando El serenito. Este tema de Rafael León y Juan Solano se hizo muy popular y sonaba frecuentemente en las emisoras de radio. En el libro La Chispa de Camarón, la Chispa, su viuda, recuerda cómo a raíz de esa escena cantando en moto en Casa Flora, Camarón se hace famoso fuera del ámbito flamenco. Como anécdota, contar que las frases que Camarón pronuncia en la película están dobladas. Obviamente no es así en el caso de la canción.

Aunque nos consta que la participación en el cine fue una experiencia agradable para José, no volvió a la gran pantalla hasta poco antes de morir. En el año 1992 grabó las sevillanas Pa qué me llamas en la película del director Carlos Saura Sevillanas. Se trata de una composición exquisita de Isidro Muñoz  y José Miguel Évora, dirigida por el guitarrista Manolo Sanlúcar. La guinda la puso con el baile su madrina de boda, Manuela Carrasco.

Pero no quedó ahí la aventura cinematográfica de Camarón. Sin su presencia física, el mito no hizo más que crecer, y como no podía ser de otra manera, su figura  inspiró y sigue inspirando a los amantes del séptimo arte.

El que fuera Concha de Oro en 2011, Isaki Lacuesta, graba en 2005 la película La leyenda del tiempo. No podemos decir que se trate de una cinta sobre Camarón, pero obviamente está ideada pensando en su figura, y no solo porque comparta título con el mítico disco del 79, sino porque el halo de su imagen está presente en toda la obra. La trama narra dos historias en paralelo. Por una parte, la de un gitanillo nacido en La Isla en 1992 al que le acaban de matar al padre. Él puede cantar, pero no quiere por la pena y el luto. Por otra parte, la japonesa Maliko, que viaja a La Isla para ver donde nació el mito y para aprender a cantar como él. Quiere cantar pero no puede.

Israel y Cheíto, dos gitanillos de La Isla del barrio de la Casería, que no eran actores profesionales y que en la realidad son hermanos, protagonizaron esta película. Tanto en el reparto como entre los extras había muchos cañaíllas. Entre ellos Jesús Monje, Pijote, hermano de Camarón, que hace una secuencia en la peña de Camarón dándole clase a Maliko, interpretando los tarantos del Pícaro Tartanero.

 Yo mismo participé en la banda sonora de esta película con la canción  Playita de la Casería, que compuse en el año 2000 con mi amigo Juan A. Iglesias, Trysko. La cantó Pilar, la Mónica, vocalista del grupo EA!, con la que tuve el gusto de trabajar durante muchos años.

En los créditos se puede ver a Raimundo Amador, Montse Cortés, Carles Benavent, Joan Albet Amargós, Jorge Pardo y Rubén Dantas tocando en una jam session versionando el tema de La leyenda del tiempo.

La vida de Camarón fue llevada al cine en el año 2005 por el director Jaime Chavarri. El filme cuenta la vida del cantaor desde su niñez hasta su vuelta de EE.UU. con la suerte ya echada. Con un guión manifiestamente mejorable, el actor Oscar Jaenada borda la interpretación del gitano, en  las poses, en la forma de cantar y hasta en la manera de coger el cigarro, genial. 


Gran parte de la película se grabó en La Isla. Cuenta José Reyes, funcionario municipal del Área de Cultura, que fueron numerosas las localizaciones. En la playa de Camposoto se rodaron las imágenes de Camarón con el caballo y en  la que se junta con la Chispa y sus primas. La juerga en que aparece Manolo Caracol es el interior de un patio del barrio de la Casería, y las afueras del colegio del Liceo se trata en realidad de la puerta de Las Capuchinas. Sí se grabaron en el interior del Liceo las imágenes finales, cuando se oye La nana del caballo grande.  Los alrededores del puente Zuazo salen en la escena de Camarón dentro del coche con la Chispa y su prima, y la zona donde se ubicaba antiguamente la grúa de la Casería, sale en la escena en que Camarón está con su amigo charlando y mirando al agua. La calle que lo vio nacer también está en varias tomas, al igual que el cementerio. Cuenta José Reyes que el rodaje del amanecer con las campanadas de la Iglesia Mayor de fondo se grabó a las siete de la mañana, y fueron muchos los vecinos que se quejaron.

La última aportación del celuloide por ahora sobre el genio ha sido Tiempo de leyenda de José Sánchez Montes, un documental que se rodó en 2009 para conmemorar el treinta aniversario del disco La leyenda del tiempo. En él se recogen momentos de los ensayos previos a la grabación del disco, testimonios de los participantes en el proyecto, como Ricardo Pachón, los músicos que participaron en la grabación o gente como Juan el Cama, que se encargaba de la logística en general. La imagen de Camarón aparece con frecuencia. Se le ve trabajando con el resto de los músicos en el proceso creativo de lo que después sería su trabajo más conocido. La cinta permite apreciar el cambio que experimentan las canciones desde que se crean hasta que se graban, como es el caso del Homenaje a Federico, donde se distingue el esqueleto de la canción cantándola el gran Kiko Veneno, y después cómo la registró en el estudio Camarón para la eternidad.

Una personalidad y un artista como José Monje Cruz da para esto y para mucho más. Su imagen, su vida y su obra seguirán inspirando a nuevas generaciones de creadores. Camarón, más que una fuente, es un manantial.

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