Cuentan que su marido, Curro la Gamba, no estaba contento con la vida artística de la cantaora gaditana. Nadie sabe si por aclamación popular o por sentencia propia , doblegaría la voluntad de su esposo.
Vecina de Santa María, de la calle Botica, era cantaora por derecho consuetudinario, como su cante, que está presente en nuestras vidas, en las vidas y costumbres de Cádiz, en el inconsciente colectivo.
Porque así suena su voz, rumor de mujer frente al espejo del galán con una horquilla entre los dientes y colocándose peines en el pelo, sonido que los niños escuchan y asimilan como eco de un paisaje de azoteas blancas de sábana y alegría de mercado de abastos.
Reina del cante según Pepe Pinto y La Niña de los Peines por su compás y su característico jipío que usaba para abanicar el cante en lugar de melismas más guturales.
Suena gitana cuando aprieta y dulce cuando frena ,siempre a
tiempo y haciendo uso del silabeo bilabial con maestría ( técnica ahora en
desuso). Mira al cielo buscando inspiración o para darle alas a esas pestañas
negras por pura coquetería.
Madre alegre que canta nanas por bulería…
Trysko
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