Desde La Fragua, seguimos contactando con músicos y gente del flamenco en general para que nos cuenten la influencia de Camarón en sus vidas, en su arte, cómo lo conocieron, qué hicieron juntos, en fin… sus experiencias con el Maestro.
Rancapino. Cantaor
Rancapino cantando en la Venta de Vargas Foto: Juan Silva |
Para
vivir el flamenco como lo he vivido yo en la Venta de Vargas con el Chato de La
Isla, con mi primo Juan Farina, con Camarón chiquitito, hay que nacer con eso. Nos
juntábamos con todos los cantaores de la época, con Marchena, con Caracol...
Él
se venía a mi casa a buscarme y siempre estaba conmigo. Antes de que grabara, nos íbamos por todos los rincones de la bahía. Una vez, Juan Vargas trajo un
magnetófono y nos grabó cantando por fandangos, por bulerías…
En
Chiclana, en la barbería de Miguel Pérez, que tocaba la guitarra, entrábamos y
se ponía a cantar y tocar. Allí se formaban las mejores fiestas que yo he visto en
mi vida. Como ha cantao Camarón, no lo he escuchao en mi vida. Ha hecho
grande La Isla, ha hecho grande el cante, ha hecho grande to. Lo mismo le
gustaba a los niños que a los viejos. Ha sido un superdotado en el flamenco, su
musicalidad, su manera de cantar era tan dulce… y era tan listo que cogía un
cante de un cantaor antiguo y lo hacía mejor que el que cantaba ese cante. Mira
como era que Caracol cuando lo escuchó se volvió loco con él, y Lola Flores me
llamaba a mí y me decía: “tráeme a Camaroncito”, y le encantaba escucharlo. Una
noche en la Venta de Vargas, Antonio Ordóñez, escuchándolo cantar, se quitó el
reloj de oro de la muñeca y se lo regaló. Camarón era único.
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