Por Antonio Canales
Publicado en el número 2 de la revista LA FRAGUA, noviembre de 2012.
Con Él,
el silencio se incendiaba en los pozos oscuros hasta hacerse canto. Podía ser
negro como el ónice y blanco como la luna irisada... o transparente como el
viento.
«José Mercé's guitarist» de alterna2 on flickr - www.flickr.com. |
Ser una antorcha viviente que ciega la noche más
oscura.
Poseer tres rostros y ninguno.
Desde el fondo de sus ojos vacíos, contemplarse en
su sueño eterno. Y reflejar cien espejos de bronce sin imagen.
Ser sólo una voz, el grito de seis cuerdas rotas
por la pena más amarga.
Rumor de un antiguo canto indescifrable.
La inmensa copa que nos da a beber la sed.
Mi corazón está Moraíto como un lirio.
A mi amigo el Morao.
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