Queremos, desde aquí, agradecer a Máximo López Jiménez, sus emotivas palabras al recibir el primer premio Manuel Machado de la IV edición del Concurso de Letras Flamencas La Fragua de La Isla. Y como no podía ser menos, aquí dejamos su texto que amablemente nos ha cedido.
Muy buenas noches, señoras y
señores.
Sumándome al saludo protocolario
y flamenco de la Fragua de La Isla, Salud y Alegría, amigos.
Antes que nada desearía dar las
gracias tanto a la organización como a los miembros del Jurado de este IV
premio de letras flamencas, por considerar mi trabajo como merecedor del Primer
premio y por los argumentos esgrimidos a la hora de emitir el juicio sobre el
mismo que, dicho sea de paso, me han llenado de sentimientos positivos.
Igualmente quiero mostrar mi
felicitación a todos los participantes del certamen, especialmente a los
finalistas y a quienes me acompañan en el cuadro de honor de la presente
edición.
Y después de esto, la verdad es
que no me quedan más que palabras de satisfacción, honor y orgullo.
Satisfacción por tener la oportunidad
de compartir un espacio mítico de la bahía –ayer Venta de Eritaña, hoy Venta de
Vargas– anotado ya como templo sagrado de advocación flamenca. Un templo cuyas
paredes rezuman esencias de las primitivas seguiriyas gaditanas y de los
Puertos amasadas por los isleños el Viejo de La Isla, o su hermana María
Borrico; los tangos gaditanos del Niño de La Isla, los melismas y el
titirimundi de Farina el de La Isla, el regusto por cantiñas del Chato de La
Isla y otros artistas distinguidos con el sello característico del cantaor
cañaílla, hasta llegar al más preciado, querido y alabado de cuantos artistas
dio San Fernando, como fue José Monge Cruz, Camarón de La Isla. Ahí es nada.
Honor, porque ser reconocido en
la Real Isla de León, baluarte invencible donde tuvo que claudicar hasta el
mismísimo Napoleón, donde el grito natural de sus gentes quedaría reflejado en
la primera Constitución liberal española redactada en el teatro de las comedias
bajo el influjo irreductible de esta tierra, supone un privilegio cuyo honor me
acompañará siempre allá donde vaya.
Y orgulloso, por rendir homenaje
al poeta sevillano Manuel Machado, tan ligado al flamenco, a sus coplas y a
Andalucía. Y que tan bien supo inmortalizar este bendito rincón –en colaboración
con su hermano Antonio– en su obra de teatro La Lola se va a los Puertos.
Y esa Lola,
quien será
que así se
ausenta dejando
la Isla de
San Fernando
tan sola
cuando se va…
Pienso que con estos
antecedentes, con el pedigrí del lugar donde se asienta la archifamosa Venta de
Vargas, cualquiera que suba a este estrado –y hablo principalmente por mí-
tiene que sentirse empequeñecido y admirado por tanta gloria como ha ofrecido
este bello rincón gaditano.
Posiblemente… No, posiblemente,
no. Con total seguridad, no seré ni de lejos el mejor letrista que haya pasado
por este concurso, pero sí el que con más ilusión ha recibido el premio.
Muero por mis pertenencias y por
la grandeza que emana de los lugares donde habito, donde trabajo, donde me
enamoro y donde aumenta mi percepción por el arte y la cultura. Por eso desde
hoy, y hasta que San Pedro venga a visitarme, Máximo López será un isleño más
para defender, difundir y luchar por vuestras costumbres, vuestra historia y
vuestro legado flamenco que ya también considero como propios.
Para terminar, y como de letras
flamencas se trata, quiero aplicarme el mensaje de una vieja copla de origen
isleño. Y lo hago así por considerar que es muy poco lo que yo he aportado para
el trato, el reconocimiento y el galardón tan exquisitos recibidos por vuestra
parte. La letra dice así:
Un céntimo le
di a un pobre
y me bendijo
a mi mare;
para limosna
tan chica,
qué recompensa
tan grande.
Muchas gracias.
Máximo López Jiménez
1 comentario:
Precioso.
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