No sé que será, pero será flamenco.

Por María la Mónica



En internet hay información, pero todo no es la información sino cómo la recibes, cuándo y de qué manera. Es verdad que es un privilegio poner en youtube «Luis, el Zambo» y en solo un clic ya lo tienes, pero claro, a mí me pasa que, mientras lo escucho, aprovecho para preparar la comida, hacer una llamada, recoger la casa, mandar un e-mail...Y sin darme cuenta dejo de escucharlo y solo lo estoy oyendo. 

El otro día, después de habérmelo dicho tantas veces, por fin fui al Centro Andaluz de Flamenco en Jerez. Solo entrar en aquel patio andaluz me llevó a imaginarme una juerga, una noche mágica flamenca. Subí las escaleras y entre plantas encontré el auditorio, me asomé como si estuviera haciendo algo incorrecto y estaban preparando la sala para una presentación de algo… yo no pregunté, seguí imaginando. De repente me puse un poco nerviosa, como la que entra en un parque de atracciones y no sabe en qué cacharrito subirse primero. Seguí subiendo escaleras y empecé a ver cuadros de imágenes flamencas. Me detuve en cada una de ellas, fijándome en cada detalle, imaginando el trabajo que tenía detrás cada obra. Entré en la bibliofonovideoteca y no sabía por dónde empezar... tanta información, que me recordaba a internet, pero esta vez no era igual. No podía preparar la comida, ni recoger la casa. Estaba totalmente presente. Empecé por los libros. Podías pasear frente a las vitrinas esperando que uno de los títulos sobresaliera más que otro. Ese día sobresalió «El flamenco en Cádiz» y me lo llevé a casa. Antes de empezar a leerlo, descubrí que la escritora es de Chiclana, Catalina... y mi interés por el libro creció por ser paisana.


A los quince días me llamaron porque tenía que devolverlo. Y, aunque no me dio tiempo a terminarlo, fui a entregarlo y volví a hacer el mismo recorrido. Tomé otro libro y a la salida, en otra de las salas, me encontré con el Capullo de Jerez y otros artistas en una rueda de prensa para presentar el Festival de Jerez. Cogí la programación y la leí tranquilamente,  soñando que tenía el tiempo y la economía suficiente para ir a todos los conciertos. Luego volví a mi realidad y empecé a descartar... este sí, este no... Volví a casa con mi libro, mi programación y con la ilusión de que en quince días volveré a ese lugar a entregar el libro, me lo termine o no; quizá solo es una buena excusa para recibir información de una manera única e irrepetible, con presencia, con todos mis sentidos, sin saber que será lo siguiente que me encuentre y me sorprenda, un libro, una pintura, una cantaora... No sé que será, pero será flamenco.

Jurado del III Concurso de Letras Flamencas.

El pasado 31 de enero terminó el plazo de entrega de los trabajos para el III Concurso de Letras Flamencas La Fragua de La Isla. Por tanto, hacemos pública hoy la composición del jurado de la presente edición. El jurado estará presidido por  D. Antonio Murciano González, compositor flamenco, poeta y filoflamenco, autor de más de cincuenta libros de prosa y poesía publicados. 

El resto de componentes son: D. José Antonio Hernández Guerrero,  catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la UCA, aunque cuenta con cuatro doctorados, autor de varias decenas de libros de prosa y poesía, filoflamenco y fundador de la Peña Enrique el Mellizo; la artista DñaMaría Ávila, la Mónica, fundadora del grupo Las Mónicas, compositora, empresaria musical y socia de La Fragua; Dña. María José Coca, bailaora, cantaora, profesora de cante flamenco en el Conservatorio Profesional de Música Cristóbal Morales de Sevilla y socia de La Fragua, y D. Antonio Aparicio Mota, vocal de La Fragua, escultor, autor de numerosas obras, entre las que destaca el monumento a Camarón de La Isla situado a la entrada de San Fernando, profesor de la escuela de Artes de Jerez, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz y colaborador de la revista La Fragua.

Una noche mágica


Por Antonio Canales


Publicado en el número 7 de la revista LA FRAGUA, junio de 2015.



Llegué como siempre llego, corriendo y atareado, con mi chofer y mi asistente detrás de mis pasos, cargados con los enseres que siempre me acompañan cuando me dirijo a la plaza del suspiro a matar al toro de la memoria. Despeinados y sudorosos, recorríamos los interminables pasillos del Fitur que, más que un teatro, parece la cancha severa y seca de cualquier recinto donde se suceden los deportes de multitudes. Éramos tantos artistas que fue algo difícil y complejo saber dónde tenía que ubicarme. Y dando vueltas y más vueltas y apremiando el tiempo del comienzo, al fin conseguí llegar al frío y multifuncional vestuario, porque camerino no se le puede llamar a ese despropósito de sitio. Cuando abro la doble y enorme puerta, lo primero que me encuentro es a Lola y Manuel, sentados uno frente al otro conversando tranquilamente, como si estuviesen en Triana un día cualquiera.

Nos saludamos entre bromas y recuerdos y, poco a poco, empezaron a llegar otros artistas, entre ellos los que me iban a acompañar en esa noche tan especial. Todas las miradas se centraban en aquel hombre barbudo, sereno y pícaro que inundaba la sala con su sola presencia. Y fuimos acercando paños para la hora del sacrificio… y se fue despejando el cubículo de azulejos, lavabos, cientos de duchas y taquillas ordenadas y feas. En ese momento, todo se tornó un ritual maravilloso... Él, Molina, se puso en marcha como un resorte y dijo: “Lola, me voy a duchar para quitarme el polvo del mundo y salir al escenario limpio como la patena.” Ella me mira y me suelta: “Se duchó esta mañana en casa también.” A él le escucho en la lejanía y con el eco que provocan esos vestuarios amorfos: “Es que, Lola de mi alma, si no me siento así, no puedo subir al estrado de lo innombrable.” Yo la miré y me eché a reír... Él se percató de mis risas y me dijo: “Antoñito, no confundas la limpieza con lo presumido…” Yo asentí como un niño entregado a aquel chamán al que adoré, adoraba y adoraré mientras me quede mi último aliento de vida.

Manuel Molina con la guitarra en una mano y el mundo en la otra
 Fotografía de Juan Silva

En ese momento, Lola sacó de la trajera un traje impoluto de color blanco roto como la sal al sol, y unos zapatos lustrados con tal saña que parecían espejos de agua cristalina. Él se metió en el baño y comenzó el rito de sus abluciones... “Antonio, ¿tienes champú?”, me pregunta a voces. “Sííí, Manuel”, contesto yo. Al rato: “Antonio, ¿tienes colonia de Nenuco?” “Sííí…”, vuelvo a contestar. “Es que si no se pone colonia de bebé no se siente limpio”, me dice la Lola entre risas... Y al poco rato, sale aquel profeta con las barbas y el pelo mojado, enfundado en aquel traje de dioses y con una luz cegadora envolviendo su delgada figura… y lo primero que me pide es un peine. Yo, claro está, lo primero que le contesto es: “¿ves como eres un presumido como todos los artistas?” Y él, sin decirme ni una palabra, se echa a reír y me pregunta, desviando mi comentario: “¿Así vas a salir hoy a bailar?” “Sí”, contesto yo... Y me dice: “¡Qué alegría poder salir así tan cómodo a bailar, sentarte donde quieras y que no se arruguen las cosas! Es algo que siempre envidiaré de los bailaores... Además, Antoñito, tú siempre rompiendo moldes… eso me gusta, Canales. Pero acuérdate de tu abuelo y de Triana siempre, aunque vayas vestido de bombero.” La Lola y yo explotamos de las risas. A esto que se levanta y abre su ametralladora de cuerdas, que la coge y la trata como si fuese el vellocino... la limpia, la templa, la mira... la suena de pie, a su forma, y eleva la voz y la mirada al cielo solo unos instantes para decir: “¡Ay, compadre mío! Si no fuese por lo que te camelo, no me saca de San Juan de Aznalfarache ni diez mil carabineros.” Y empieza a describirme su vida en San Juan, esos veranos, esa terraza, ese buen vivir que los años te van permitiendo... Todo el día cómodo, sus comidas, en chilaba, fresquito y a su manera... Con su Lola y sus cosas a la mano. Yo le digo: “Manuel, siéntate, que falta aún bastante y te vas a quedar como la estatua de Rodrigo de Triana”; y salta la Lola: “¡En seguía se va a sentar! Eso es imposible”. Él se vuelve y me dice sonriente: “Ahora sí te consiento que me llames presumido, pero yo no permito que las rayas de mis pantalones y de mi vestuario se rompan antes de que se rompa mi corazón”… Y me quedé sin palabras. Después vinieron las fotos, las bromas. Su mirada entre bastidores viéndome bailar, y ya, para el colmo de aquella noche memorable, la escena se derramó en perfumes. Salió aquel poeta como el sacerdote que oficia la letanía más divina. Y acabó, con su grito y su susurro, embrujando el aire que respirábamos y secando con su pañuelo de dulzura las lágrimas que sin remedio derramamos. A él se le partieron, no las líneas de su ropa, sino el alma y el corazón a un mismo tiempo... Simplemente, MANUEL MOLINA.

Trini de La Isla ...con Camarón

Publicado en el número 7 de la revista LA FRAGUA, junio de 2015.


Trini de La Isla. Cantaor


Nunca tuve el placer de coincidir con José. La única vez que lo escuché en directo fue en Semana Santa, un Jueves Santo que iba andando por la calle Real y escuché una voz que me llegó al alma desde un balcón, y cuando pude verlo más de cerca, era Camarón. Se me quedó grabado para el resto de mi vida porque no era normal su voz, su afinación, su fuerza. Esa garganta era de otro planeta.

A MIS HERMANOS. Diego Clavel

A mis hermanos, 2014


Diego Clavel nos presenta su última obra en un doble CD donde hace un enciclopédico paseo por casi dos decenas de palos. Un trabajo colmado de sensibilidad donde la voz del cantaor rebosa claridad y seriedad en un delicioso equilibrio. Diego nos canta unas letras escritas por él y de ahí el sentimiento con el que las ejecuta. Le acompañan las guitarras de Antonio Carrión y Manuel Herrera. A mis hermanos tiene los requisitos para convertirse en una obra de culto que supere el paso del tiempo. Editado por Nuba Records/Karonte.



Aquí lo tenéis por seguiriyas:

 

Y aquí por caña:

Día del flamenco en La Isla de Camarón

Otro año más disfrutaremos en La Isla de una serie de actos organizados para celebrar el día del flamenco. Una programación muy diversa que se desarrollará desde el 9 al 16 de noviembre.

Contaremos con dos exposiciones fotográficas, una de ellas REENCUENTRO, del maestro Pepe Lamarca, y otra colectiva organizada por Flamenco de La Isla, en la que se recogen instantáneas realizadas en la pasada edición de La Isla Ciudad Flamenca.

Por otro lado, habrá un ciclo de cine flamenco en el que se podrán ver las siguientes películas: PACO DE LUCÍA. La busqueda, BOSQUE DE MUSAS. Un paseo flamenco por La Isla y TRIANA PURA Y PURA.

También se celebrará un merecido homenaje al gran cantor isleño FARINA. Y durante el fin de semana, las actuaciones de Paula Sierra, Paquito de La Isla, Nina Alemania, Mesalla y Carolina Castilla, en diferentes lugares de La Isla.

Para culminar este semana de actos, el lunes se realizará la entrega del galardón LEYENDA DEL FLAMENCO a Juan Peña, el Lebrijano
 

 


En la tarde-noche del sábado, cobra protagonismo nuestra asociación que presenta una serie de actos en la Venta de Vargas.
Presentaremos el número 8 de nuestra revista, así como nuestra biblioteca flamenca, como aperitivo de la presentación del último libro de Juan José Téllez Paco de Lucía, el hijo de la portuguesa.
Posteriormente se procederá a la iluminación de la estatua de Camarón, acto organizado por Flamenco de La Isla. 
Y terminaremos la noche con la actuación de Esther Aranda, al baile, Juanma Aguilar, al toque, Paco Peña Gasolina Hijo y Juan Moneo el Momo, al cante.


Una noche en Marruecos


Por Víctor Rosa


Publicado en el número 7 de la revista LA FRAGUA, junio de 2015.


Hace ya algunos años tuve la suerte de viajar a Marruecos invitado por mi amigo Luis, el Gordo para celebrar su cumpleaños. Habíamos quedado en Tetuán y quería aprovechar que Paco de Lucía pasaba allí unos días para cenar con él y así podérnoslo presentar. Esa oportunidad se presenta una vez en la vida y, por supuesto, no la iba a dejar pasar. Hice la maleta y tomé el primer ferry de la mañana. Me acompañaban Servando, Katumba y Popo, buenos amigos y grandes músicos.
¡Dios mío! Íbamos nerviositos perdíos. Aún no creíamos lo que nos estaba pasando.
Quillo, ¡que vamos a conocer a Paco!
Víctor Rosa, guitarrista
− ¿Tú te imaginas que al final no puede venir?
− ¡Anda ya, picha! no mientes ruina, a mí me