Tras disfrutar de la exposición fotográfica, colgada en las paredes de la Venta de Vargas del 10 al 20 de noviembre, titulada
Inori, el rezo, yo, que me he sentido dios en tantas ocasiones, y diablo en
muchas otras, me arrodillo ante su autora, Naemi Ueta.
Su Inori, su letanía, su plegaria me ha envuelto, me ha cautivado. Ante
todas esas almas captadas en sus tomas, mi espíritu se sobrecoge y expande a la
vez. Su forma de mostrarnos la esencia de cada uno de los flamencos que se han puesto
ante sus ojos reconforta. La autora nos presenta a la persona,no al artista. Sin focos, sin escenario, sin público. Nos ofrece una
comunión entre el sentir flamenco y el latido de la vida.
Naemi Ueta y Lolo Picardo, gerente de la Venta de Vargas.
Viendo su obra, se entiende por qué la Venta de Vargas se ha desnudado por primera vez para ella. Por qué por
primera vez esas paredes, que tanto han sentido y tanto han llorado, se han
ofrecido gustosamente a recoger esta muestra fotográfica. Durante diez días esas
paredes se han llenado de reflejos, reflejos de soledad, de verdad, de emociones, de
duende, de compás, de vida... de flamenco.
Después de ver la muestra no pude
evitar dirigirme a Naemi y quitarme el sombrero. ¡Ole!
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