Entre dos ciudades

Por Lolo Picardo

Publicado en el número 5 de la revista LA FRAGUA, mayo de 2014.


Como una margarita que el cálido levante deshoja, la propia naturaleza hace lo mismo con su gente. Menosprecia edades, momentos o lugares; sin pausa, la brisa que arranca nuestra alma llega, recoge y se va. Ese cálido pero letal viento arribó a una isla del Caribe, cercana a la península del Yucatán y nos arrebató el alma del mejor guitarrista que ha tocado las cuerdas de una guitarra flamenca, Paco de Lucía, y se llevó parte de nuestro

Un trato de maravilla



El pasado 5 de diciembre, en la Casa de la Cultura de San Fernando, se estrenó el vodevil flamenco Un trato de maravilla. La obra, producida por LA FRAGUA, es original de Carlos Rey y Trysko, autores del texto y los temas musicales. El vodevil está ambientado en un güichi de La Isla de los años 50. En él coinciden un par de parroquianos maltratados por la vida, una hermosa muchacha amante del cante y del baile, el tabernero y el hijo del gobernador. Entre estos personajes se desarrolla la trama que avanza entre escenas, cantes y bailes para acabar con un sorprendente final.

Paco de Lucía


Por Trysko


Publicado en el número 5 de la revista LA FRAGUA, mayo de 2014.

En un mundo en el que el hielo, el fuego y la roca son la orografía en blanco y negro sobre la que planea el sonido de una guitarra destemplada; en un mundo en el que la sonanta es para los oídos sensibles vorágine perturbadora, estridente caja de música desafinada por los años, aparece un joven gaditano, hijo de tocaor, callado como los sabios, circunspecto.
El flamenco, un instante después de su creación tal y como lo concebimos hoy.
Desde que Cadalso en sus Cartas marruecas  mencionara el flamenco aludiéndolo como talón de Aquiles de la idiosincrasia andaluza, desde que Andrés Segovia retratara su guitarra como la hermana tabernaria del aristocrático instrumento y la alcurnia se sonrojara al pensarla en el Teatro Real, la leyenda de la guitarra flamenca, vilipendiada por el servilismo al que se le condenaba, adolecía de un héroe, de un Homero.

Una reflexión después de la siesta


Por María la Mónica 


Me crie en el campo, en las viñas, por los pinares y en la playa de La Barrosa. Desde pequeñita viví en un ambiente flamenco. Cualquier excusa era buena para reunir a toda la familia con una buena berza que siempre terminaba en cante y baile protagonizado por mi tío el Cuña y mi tía Mónica, la Chiclanera.
Antes de que yo naciera, ya ellos lo vivieron en el patio de mi abuela María, la Mónica, como contaba ella: "Camarón me cantaba y yo a cambio le daba un plato puchero y unas monedas pa cogé er canario". Mi abuela me hablaba también sobre su amistad con Casilda Varela y María Picardo. Por su patio pasaron gente con mucho arte: Bambino, Pansequito y Pinto, Amina, Los Melu, el Cojo Peroche, el Bojiga...

Flamenco en red


Por Carlos Rey

Publicado en el número 3 de la revista LA FRAGUA, octubre de 2013.
El flamenco llega a la Universidad y lo hace con vocación de continuidad. Eso es lo que piensa Salvador Catalán, responsable del curso Flamenco en Red, que coordina la Universidad de Cádiz. La idea surge como una iniciativa del Proyecto Atalaya, del cual forma parte la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo junto a las diez universidades públicas andaluzas. La primera edición fue en el curso académico 2009 / 2010, presentándose

El reloj de Caracol


Por Lolo Picardo


Nunca había visto a Manolo enfurecido de esa forma. Se quitó la chaqueta con un brusco movimiento de brazos y la estampó sobre el suelo de aquel patio sevillano de la Venta de Vargas, atestado de cabales. Juan se dispuso a calmar a su amigo y al prenderlo por su brazo, revoleó el Longines de oro, que había traído desde Méjico.

Manué, ven, siéntate en el cuartito conmigo −dijo Juan, abrazando

Flamenco en La Isla

Exposición fotográfica de Juan Silva


Flamenco en La Isla, fotografías tomadas en actuaciones o momentos flamencos acontecidos en nuestra Isla, La Isla de Camarón, San Fernando, una isla flamenca desde sus orígenes. En sus calles resuenan las voces de María Borrico, el Viejo de La Isla, el Niño de La Isla, Churrurú, Manolo el Gafas, Alvarito, Juana Cruz, el Chato, Tina Pavón y tantos otros. 

Hoy en día tenemos la suerte de contar con grandes cantaores, guitarristas, bailaores, percusionistas y otros músicos que mantienen vivo el sentir flamenco de nuestra tierra y, cada vez más, de que nos visiten artistas de otros puntos de nuestra geografía.

Esta colección ha estado expuesta en San Fernando, en el Güichi del Loro Rojo, dentro del programa La Isla Ciudad Flamenca 2014, en Triana, En la Sala El Cachorro durante la Bienal de Flamenco de 2014,en la entrañable Taberna de Gonzalo Molina en la calle Relator de Sevilla, entre enero y abril de 2015, en la Escuela de Música y Danzas Látidos en Triana, en mayo y junio de este mismo año, para terminar su periplo en La Tregua, también en Triana, durante julio y agosto.

En esta exposición encontraréis:

a un Niño Jero feliz viendo cómo el Capullo se crece bailando por bulerías[1];

a Guadiana cantando con esa calma en el semblante que hace el contrapunto a la fuerza de su cante[2];

a Coral Castilla bailando rodeada de artistas embelesados con su arte[2];


la mano de Cañejo, pausada, como sosteniendo amablemente el aire, que con un vaivén melodioso acompaña su voz mientras, creo recordar, nos cantaba la Salvaora[3];

la mano de La Manzanilla que, en pleno revuelo, te lleva hasta el centro de su ser. Entregada, emocionada ante su maestro, María siente su baile mientras fuera de plano la observa Antonio Canales[2].

A Joaquín de Sola que, en el Real Teatro de Las Cortes, se pone de pie y se dirige al público. Está desgranando su Principio. Está frente a los suyos y, además, en la sala se encuentra uno de los grandes, él lo sabe y se entrega. Sus manos se dirigen hacia atrás, al unísono, como abriendo el pecho para entregar su sentío[4];

a Paquito de La Isla camaroneando, a punto de inclinar su cabeza hacia atrás para terminar de mimetizarse con Javier Krahe[6];

 

a Pedro el Granaíno que derrocha su bienhacer por fandangos[4];

a Raúl el Bule que, tras un desplante, templa su cuerpo antes de volver a explotar[2];


a María la Mónica. Aferrada al mundo con una mano, abre la otra como entregando su corazón mientras que su indiscutible sangre roja fluye por sus venas... Los presentes sucumben ante su fuerza[5].

A Palomar y Keko Baldomero, a tres manos, creando una atmósfera que rezuma musicalidad[3];

 

a un Jesús Castilla que con su mano parece dirigir los sonidos de su cante[3];


a Joaquín, ahora distendido, sonriendo mientras escucha la guitarra, esperando el momento de arrancarse y agasajarnos con su voz[3];

a Macarena Ramírez bailando con la fuerza de una rosa[2];


a Adriano Lozano y Víctor Rosa jaleando a Epi Pacheco mientras desparrama su gracia dando una pataíta[4];

a Antonio Reyes y su gente en un fin de fiesta donde la mirada de Sophia atraviesa un aire sobrado de compás para terminar en las manos de Patricia[3];


las manos de Adriano que, a base de caricias, le toman prestado esos sonidos a la guitarra[3];


a Antonio Puerto zarandeando el aire mientras su voz inunda las calles de La Isla[7];

a David Palomar, con los brazos en cruz abriendo su corazón en el patio de la Venta[2];

a Juanma Fernández tocando ensimismado ante las calladas almenas de la Plaza de la Iglesia[8];


a Antonio Reyes, con los ojos cerrados, mientras recoge entre sus manos los sentimientos que salen de su garganta[3];

  al Torta, apretándose los dedos, exprimiéndose el alma[2];

 

a Toñi Romero con el corazón en un puño[9];

 

esas camaroneras manos de Jesús haciendo compás mientras Diego Gallego golpea su piano por Caracol[3];


a Manuel Molina con la guitarra en una mano y el mundo en la otra[2].


Juan Silva



[1] Plaza de Juan Vargas
[2] Venta de Vargas
[3] Vinoteca El Negro
[4] Real Teatro de Las Cortes
[5] Calle José López Rodríguez
[6] Calle Hermanos Laulhé
[7] Calle Las Cortes
[8] Plaza de la Iglesia
[9] Taberna El Embrujo

El trato

Por Carmen Mateos


Relato publicado en número 4 de la revista LA FRAGUA, abril de 2014.

"La noche del aguacero,
dime dónde te metiste
que no te mojaste el pelo."


Llovía a océanos, pero ni siquiera eso impidió que Rafael saliera aquella tarde de casa como un relámpago, con el último bocado del almuerzo aún en la boca.

— Juana, me voy ya p'al pueblo.
— ¿Con lo que está cayendo, chiquillo?  No vayas hoy, hombre, que me da miedo...mañana mejor.
— Que no, no te preocupes, mujer. Volveré antes del anochecer.

Juana no sabía nada, pero desde hacía dos semanas, era algo más que sus quehaceres cotidianos lo que movía a su esposo a ir al pueblo.

Mientras aparejaba la yegua, Rafael no podía

Camarón y yo


Por Alex O'Dogherty


Yo tenía quince años. Iba al instituto y ya empezaba a hacer teatro allí mismo.

Creo que era primavera. Todas las tardes me quedaba por allí para jugar a baloncesto, ensayar algo en el salón de actos o tontear con las chavalitas.
 
Aquella tarde el salón estaba ocupado porque había unas jornadas de flamenco.
Yo no era muy aficionado al flamenco y, como teatro no podía haber por las jornadas y chavalitas no había, me fui al patio a jugar.

77 Seguiriyas de muerte



Emprincipiando habría que decir que la vida, de repente, con muy poquita cosa te da una alegría. A mí me pasó cuando, por casualidad y sin esperarlo, me encontró un librito en la Calle de la Feria de Sevilla. Las Setenta y siete seguiriyas de muerte me llegaron hondo. Después de haber leído varias compilaciones y joyeros de coplas flamencas, nada como este breve libro para poner luz sobre lo grande de estos cantes y de este arte.

Su autor, José Luis Ortiz Nuevo, es autor polémico. Ya lo sabemos. Y en este ensayo, además de compilar las coplas más desgarradas, apunta su estudio sobre la procedencia de las seguiriyas tal y como las conocemos hoy día. Que en contraposición a la creencia de que derivan de las tonás, argumenta su origen en la seguidilla castellana, calificándola de “madre generosa del folklore hispano”.

Pero entiendo que esta forma de polemizar, del maestro Ortiz Nuevo, proviene de la necesidad de que la verdad aflore, no desde los indicios sino desde las pruebas y los hechos contrastados. Pruebas y hechos de lo que fue y ha venido siendo el flamenco en sus distintas vertientes. Siempre apoyado en la emoción que provoca una expresión cultural y vital que conmueve, pero desde la objetividad y el conocimiento cabal de la realidad flamenca.

Hay que apuntar que el autor, aparte de ser testigo y partícipe directo del flamenco contemporáneo, ha realizado una labor infatigable de investigación, arrojando su tarea luz a los vacíos turbios de la memoria del arte jondo. Ya nos advierte en el comienzo de la introducción a las Setenta y siete seguiriyas de muerte:

“No se escandalicen pero deberán saber que la flamencología es ciencia mayor de conjeturas. Las fuentes de su conocimiento beben por lo común de aguas contaminadas en veneros donde fluye la suposición y desbordantes corren los inventos en delirio de pura fantasía. Lo uniquito seguro es la grandeza de la música. Estética fundamental de la tristeza y también de la alegría. Herencia meridional, caliente y viva al sur de Sierra Morena.
Lo que sabemos tiene más naturaleza de creencia que de idea. Y la ignorancia suele disfrazarse con los fatuos ropajes del duende o del misterio o de la magia”

Desde los años sesenta del pasado siglo y hasta bien entrada la última década del mismo, el concepto de “razón incorpórea” junto con el siempre escurridizo “duende”, en gran medida eran los que daban cimiento y racionalización, base lógica “científica” y sentido a gran parte de la explicación del nacimiento, evolución y desarrollo del flamenco. Surgen en contraposición voces que pretenden llenar estas carencias y lagunas. Es Ortiz Nuevo una de ellas, que con su obra intenta, como decía antes, esclarecer el inabarcable hecho flamenco.

De todas formas hay que señalar, como apunta Manuel Ríos Ruiz, que en la seguiriya se culminan o se descalabran todas las voces; por ser cante difícil, de melismas sutiles y requerir buenas dotes físicas y un conocimiento profundo del mismo. También Ríos Ruiz, en su imprescindible Diccionario Enciclopédico del Flamenco, escrito en colaboración con José Blas Vega, describe efectivamente la seguiriya como “…un cante dramático, fuerte, sombrío y desolador, que está considerado en su condición de básico como uno de los estilos más exponentes de la esencia jonda del cante flamenco. Las letras de sus coplas son tristes, sentimentales y reflejan la tragedia humana, sus sufrimientos y dolores en relación con los eternos temas del amor, la vida y la muerte.”

En las Setenta y siete seguiriyas de muerte se confirma el aguijón certero de estas coplas. Ortiz Nuevo nos indica que son setenta y siete llamaradas que hablan de lo mismo. Y que hablan para ser cantadas, porque hasta que el pueblo no las canta, las coplas, coplas no son, como rimaba en sus cuartetas Manuel Machado. Por ello, en el mismo orden en que aparecen en el libro y sin querer ser exhaustivo, estas seguiriyas fueron cantadas por Pepe el de la Matrona, Tía Anica la Periñaca, Silverio Franconeti, Tío José el de Paula, Frasco el Colorao, Calixto Sánchez, Enrique Morente, José el de la Tomasa, Parrilla el Viejo, El Fillo, Manolo Caracol, Manuel Torre, Gómez de Jerez, Antonio Cuevas El Piki, Manuel Gerena, Juan Varea, Antonio Fernández Díaz Fosforito, El Loco Mateo, Fernando Mairena Porrito, Sernita, El Borrico de Jerez, Pepe Pinto, El Gloria, Antonio Mairena, Pericón de Cádiz, Aurelio Sellés, Perico Cantarote, Tomás el Nitri, Cayetano Muriel,…

También tiene un apéndice final, que Ortiz Nuevo denomina como “la mar de raro” en el que se incluye un texto denominado “Variantes de una Seguidilla Gitana”, de Antonio Machado y Álvarez Demófilo, muy interesante de leer, por el valioso aval que supone quien lo escribe y por ser un artículo inédito que se reedita ciento y pico de años después de su publicación en prensa.
Es por tanto este un librito gigante, fuente de inspiración. Si tenéis ocasión, por favor, dedicadle un rato. Se lee a la velocidad de una saeta. Su poso queda para siempre.

Antonio Jiménez Cuenca


José Luis Ortiz Nuevo, Archidona (Málaga), 1948, es poeta, escritor y actor. Entre 1975 y 1987 recopiló por escrito a partir de las voces originales las memorias de Pepe el de la Matrona, Pericón de CádizTío Gregorio Borrico de JerezEnrique el Cojo y Tía Anica la Periñaca. En 1980, funda con otros aficionados la Bienal de Flamenco de Sevilla, en la que comienza a desarrollar su faceta teatral: Los últimos de la fiestaCantando la pena, la pena se olvida; Sevilla: concierto flamenco a su memoria, o la obra Por dos letras, basada en las memorias de Pericón de Cádiz. En hemerotecas de Sevilla y La Habana, Ortiz Nuevo ha recopilado datos históricos sobre los orígenes del flamenco, parcialmente recogidos en su libro ¿Se sabe algo? Viaje al conocimiento del arte flamenco en la prensa sevillana del XIX (1990). Tiene una amplia bibliografía, siendo autor de libros, trabajos de investigación y obras escénicas relacionados con el flamenco.