Duelo

Fotografía del maestro y amigo Pepe Lamarca


El cante, por seguiriyas.
El baile, negro de luto.
Las palmas, enmudecidas.

La guitarra malherida
sostiene junto a su vientre
las cuerdas despedazadas
por el compás de la muerte.

El flamenco está de duelo.
Malagueñas, peteneras,
tarantos y granaínas.
Fandangos, polos, mineras.
Alegrías, soleá.
Tientos, tangos, bulerías.
Ninguno quiere sonar
sin Paco, el de Lucía.

Juan Silva 

“Mi voz en tu palabra” de Esperanza Fernández


El pasado 28 de enero se presentó en el Lópe de Vega de Sevilla el nuevo disco de Esperanza Fernández Mi voz en tu palabra, titulado así porque canta, con palos y al aire flamenco, una selección de poemas del gran José Saramago.

Es esta una cantaora gitana de tradición familiar y con una gran motivación para romper, desde el respeto y el conocimiento, horizontes conocidos.

Muy flamenca y muy atrevida. La faena de meter en compás flamenco la métrica poética de José Saramago no es nada fácil. Sin dudar de la calidad de su obra, el propio Saramago parecía no estar muy seguro del compás de sus poemas. De hecho tituló algunos como poemas posibles.

Posible, sin embargo, fueron las malagueñas de la Trini y las jaberas que aquí titula "Balada". Una explosión de dulzura trágica y ritmo ternario. También el garrotín con aires de güajira que los mece al son de Cuba; y una introducción de cantes sin compás de buena factura.

Y frescura y generosidad cuando sale al escenario Pastora Galván. Es vieja y moderna, lo clásico y lo nuevo, canon y vanguardia. No se puede pedir más con esta mujer libre en el baile. Un acierto que suma y engrandece el espectáculo.

Por último, comentar que aunque hay grandes compositores detrás de la partitura (José Miguel Évora, Dorantes, Eduardo Trassierra habrá que seguir a este guitarrista y Miguel Ángel Cortés) a veces parece que la composición va un poco encorsetada a las letras del poeta.


Una noche bonita, sobre todo cuando al final, una vez cerrado el círculo programado, salió la bulería de los gitanos de Triana y Esperanza cantó aquello de:

"Caramba, con tanto bueno,
que Dios te va a castigar,
cuando tú hablas de lo bueno
de lo malo qué dirás."

Merece la pena escuchar esta nueva obra de Esperanza. 

Antonio Jiménez Cuenca


Aquí os dejamos el enlace a “A ti regreso mar” (Garrotín)

Homenaje a Camarón, 20 años del mito, en imágenes


En junio de 2012 recibí una llamada de mi amigo Carlos Rey. Me llamaba para pedirme que fotografiara una serie de eventos que habían organizado entre Chico Fernández, Rafael Galán y él mismo para conmemorar el 20 aniversario de la muerte de Camarón. Estuve tres días haciendo fotos y vi más flamenco en La Isla que en muchos años. No pude imaginar entonces que ese sería el inicio de una serie de acontecimientos que, sinceramente creo, han cambiado el pulso del flamenco en nuestra Isla.

Tras ese homenaje, que resultó ser un éxito, empezaron a ocurrir cosas: la Venta de Vargas comienza con sus Madrugás flamencas; los organizadores del homenaje deciden sacar una revista flamenca, LA FRAGUA; Lolo Picardo y Carlos Rey comienzan a emitir un programa de flamenco en Radio La Isla, que también deciden llamar LA FRAGUA. A partir de estos momentos, se empieza a notar que en nuestra ciudad, La Isla de Camarón, es cada vez más frecuente encontrar actuaciones flamencas en distintos locales. El flamenco comenzaba a salir de las peñas.

Termina el año y, al comienzo del siguiente, surge nuestra asociación. Indiscutiblemente sin aquel homenaje celebrado seis meses antes no hubiese nacido LA FRAGUA, Asociación Cultural Flamenca.

Durante esos días del 29 de junio al 2 de julio tuve el placer de vivir momentos que difícilmente olvidaré. Descubrí a Joaquín de Sola, un desconocido para mi, que cantaba en la escalera del mercao y, mientras a  mi me embelesaba su cante, a él le asustaba mi cámara y miraba extrañado mientras yo le fotografiaba. Pude ver una plaza de abasto llena de gente disfrutando del soniquete de Antonio Caña junto al bar de Agustín. Disfruté con María la Mónica cantando en La Espuma por Camarón con la fuerza de su vientre. Me emocionó un Palomar con las manos abiertas hacia el público de la Venta que lloraba mientras nos regalaba Llorona de Chavela. Me encontré a una parejita de chavales jovencísimos, de Bilbao, que se habían venido casi sin un duro para asistir a todos los actos de este homenaje. Escuché a Paco Cepero contando anécdotas de sus correrías con Camarón mientras un fotógrafo japonés se desvivía capturándolo con su cámara. Fotógrafo que también me encontré en todas partes y que me cedió su sitio en más de una ocasión, gentileza nipona. Me encantó un Jesús Castilla lidiando frente al miura del futbol —España gano la Copa de Europa momentos antes de su actuación junto a la estatua de Camarón—. Capoteó con cánticos, pitidos, gritos y vítores pero terminó cortando oreja y rabo. Conocí a Juan Luis Monje con su cámara a cuestas intentando capturar el duende. Y como no recordar también al maestro Rancapino, con esa solera que destila, o los cantes del Capullo, con esa pataíta al final. OLE!!!

Bueno, aquí os dejo mi visión del Homenaje a Camarón. 20 años del mito.


 

Juan Silva


José


Os presentamos un poema de Ignacio González Martínez-País, gaditano de La Isla. Ignacio es profesor y astrofísico en activo; guitarrista y escritor; y, además, socio de LA FRAGUA. Este poema que nos deja, dedicado a José Monje Cruz, Camarón, forma parte de su libro de poemas Preso de cordura.

El poema, escrito desde la distancia que genera el vivir lejos de tu tierra, rezuma admiración hacia la voz de José creando sencillas imágenes que a cualquier cañaílla le resultarán familiares.

Que lo disfruten…

Félix Grande, más junto que una lágrima

“Escribo estas líneas al anochecer, junto a una botella de vino. He estado escuchando, a solas, en la casa vacía, una siguiriya que canta Camarón de la Isla. “A los santos del cielo / les voy a pedir…” Hace unas horas, los habitantes de mi casa, los míos, mis gentes, han ido a otros asuntos; ya no tardarán en volver. En este tiempo he visto cómo se amortiguaba, hasta morir, la luz del día; cómo la noche, cortés e inexorable, iba llenando el mundo. Tomé un primer vaso de vino y me entregué de buena ley y maniatado, a la voracidad de mis recuerdos...”

Con esta valentía comenzaba Félix Grande su “Memoria del Flamenco”, como si el flamenco fuera un recuerdo vivido y presente. Vino profundo es el primer capítulo de su gran obra sobre el flamenco, y de ahí estas letras. Como escribió Caballero Bonald, el cantaor no inventa: recuerda. Y de esta manera Félix Grande nos desgranaba sus estudios, sus vivencias y sus recuerdos flamencos.

Fue capaz de meter el universo entero del flamenco en el espacio concentrado de un pequeño cuarto, de una pequeña casa, de una familia humilde y de un entorno geográfico tan pequeño como gigante. Y de ahí, de la casa familiar, lanzarlo al planeta.

Era tal la convicción que tenía de la riqueza de este fenómeno vital expresado en cante, música instrumental y baile; tan seguro estaba de la universalidad de este arte, que llevó a los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid el flamenco como tema central de un Curso de Postgrado con el título de “Historia, Presente y Futuro del Flamenco” (1990), desarrollando la lección titulada “El Flamenco, más junto que una lágrima”.

Y en el pequeño espacio de una lágrima, Félix nos contó que su composición era bizantina y de tradición orientalista. Cristalizando definitivamente con el establecimiento de los gitanos en la baja Andalucía. Y de este punto, al desarrollo de los cantes de finales del siglo XVIII, a las Tonás, a las Corridas y los Romances. Todas músicas alambicadas por el pueblo gitano, hasta bien entrado el siglo XIX. Y de ahí a nuestros días. Y todo lo contaba Félix con su prosa poética, meciéndose en el decir y en el saber.

“Pues bien: sin prisa,… con la intensidad de la paciencia, con la sabiduría del conocimiento de que la vida es dura, breve y única, un lenguaje magnífico que comenzó a nacer hace ahora dos siglos en forma de sonidos desgarradores surgidos desde el fondo de la pobreza y la pena andaluzas, ha acabado convirtiéndose en un arte aclamado internacionalmente, y en una prueba más de que en el fondo de la especie, junto al estrago de sus miserias y de su finitud, deambula, como una emoción mitológica, el estupor de lo sagrado.”

Maestro, que los ecos de la sonanta de Luzía guarden tu sueño.


Antonio Jiménez Cuenca

Aquí podéis encontrar una brave biografía.