Por Lolo Picardo
Nunca había visto a Manolo enfurecido de esa forma. Se quitó la chaqueta con un brusco movimiento de brazos y la estampó sobre el suelo de aquel patio sevillano de la Venta de Vargas, atestado de cabales. Juan se dispuso a calmar a su amigo y al prenderlo por su brazo, revoleó el Longines de oro, que había traído desde Méjico.
−Manué, ven, siéntate en el cuartito conmigo −dijo Juan, abrazando
a su amigo por el cuello.
Manuel Ortega Juárez, más conocido por Manolo Caracol, se sentó muy lentamente en aquella silla de enea. Se secó el sudor de la frente y, volviendo a recordar el incidente anterior, dio un manotazo en la mesa del cuartito.
−Es que la gente tiene mucha guasa. ¿A qué vendrá ahora lo de los cuarterones y que soy montañés? Es que a ese gitano le gusta quemarme la sangre −dijo Caracol gritando.
A renglón seguido, bebió un buche de Fino Camborio y miró a su amigo Juan.

−Tú sabes, Juan, pa cuando me arruine por quinta vez y
venderlo −dijo Caracol, poniéndose en pie −pero, ¿te gusta? Si te gusta, ya es
tuyo.
−¡Joé, Manué, qué cosas tienes!
–dijo Juan −¿no me va a gustar?, y viniendo de ti, más todavía. Pero somos
amigos, hermanos. Lo material no entra en nuestra amistad. Yo lo que quiero que
to te vaya bien, que trabajes mucho y
ganes mucho dinero.
Po ya no hay más que hablar –dijo Caracol, levantándose y apoyando su cuerpo sobre las dos manos −si tú eres mi hermano, el reloj es tuyo y, cuando pase el tiempo y yo me muera, cada vez que veáis el reloj, se acordaréis de Manolo Caracol y de lo que quiso a esta Venta.
El reloj pasó de mano en mano, de Juan Vargas a su sobrino José Picardo y de este a Lolo Picardo por ser el primogénito. Claro está que el reloj se guarda con el mayor celo y es, a día de hoy, uno de los mayores tesoros que guarda la Venta de Vargas.
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ResponderEliminarPreciosa anécdota, Lolo. Manecillas de oro que miden el tránsito y la leyenda del tiempo y que sellan la cabal amistad. Oro que marca la hora, ora Vargas, ora Ortega; ahora y en la hora de siempre. Gracias por compartirla. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti por leerla....
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